viernes, 25 de septiembre de 2009

NUESTRA MISERIA MORAL VS. LA DIGNIDAD HUMANA

Noticia que sale en la prensa, el jueves 17 de septiembre, pérdida en la página 37 de un medio nacional: ¡el número de hambrientos supera por primera vez los mil millones!

Ahí es nada. En el siglo XXI, con nuestra sociedad tan avanzada, en el mundo de la tecnología , de internet, de la ciencia, de las pantallas lcd full hd de 40’ con 3 hdmi y sonido envolvente, del iphone 3GS y el nokia N97, de twitter, facebook, linkedin, de la guerra de las marcas tradicionales contra las marcas blancas, de los warrants, las acciones, los derivados, las sicav, los bonus, las pagas extras, etc, etc, existe este pequeño detalle: un 15% de la población mundial pasa hambre.

lunes, 14 de septiembre de 2009

UNA EXTRAORDINARIA EXPERIENCIA: EL CURSO “APRENDIENDO A SER LIBRES”

Ya ha pasado el verano. Y hoy me siento como hace mucho tiempo no me sentía: en paz, sereno, queriéndome a mi mismo, y sobre todo, más sabio y más libre. Este estado transformador de la realidad, se ha generado en una experiencia que he vivido hace 20 días y que posiblemente haya sido lo más potente que he hecho nunca de cara a mi evolución personal.
Durante 9 días de aislamiento en la sierra, de trabajo intensivo con uno mismo, y guiados por lo que para mi ha supuesto una persona muy sabia, un maestro de los que pocas veces te encuentras, he encontrado respuestas, he sanado muchas cosas, he limpiado a destajo, he perdonado, he crecido y me he encontrado con la esencia de mi mismo. Y todo esto provoca un estado de confianza, unas ganas de querer, unas ganas de dar, un sentido de armonía con todo lo que te rodea, que no tiene precio. De hecho, me parece que este es nuestro estado natural, cuando nos atrevemos a descubrirlo, a indagar en los “cómos” y sobre todo, a ponernos a ello.
Este curso es puramente emoción y experiencia, ya que el trabajo intelectual se hace antes. Y está basado sobre todo en: primero identificar y limpiar los mandatos familiares que hoy nos condicionan. Si hay una sorpresa mayúscula que me he llevado, es la esclavitud diaria y cotidiana a la que nos someten hoy, ya adultos, estos mandatos familiares: aquellos generados por nuestra madre y nuestro padre, culpables sin culpa de nuestras programaciones, que hoy influyen decisivamente en cómo vivimos la vida, como pensamos, y como sentimos.
Y una vez descubiertos, se procede a un proceso de limpieza, de perdón, y de paulatina liberación del ser esencial que llevamos dentro, y donde el intelecto (que es la única parte de nosotros mismos que es potenciada desde niños, y que se convierte en un tirano para las otras) pasa a jugar sólo el papel que le corresponde, y donde se concilia con el niño que también está dentro de nosotros, y que en la mayoría de los casos, se ha visto privado de lo que todos los niños necesitan más, y no nos han dado ni damos a nuestros hijos: el amor incondicional, o lo que es lo mismo: que nuestros hijos se sientan queridos pase lo que pase, hagan lo que hagan, sean como sean, y no necesiten como nosotros dejar de ser ellos para ganarse el derecho a pertenecer a las familias en las que han nacido.