lunes, 28 de noviembre de 2011

ME HA PASADO UNA COSA CON RESPECTO AL DAR.... ¡CUANTAS CREENCIAS ME LIMITAN!

El viernes me pasó algo muy significativo y con lo que me levanté el sábado por la mañana en la mente. No me lo podía quitar de la cabeza.
Dicho viernes mi hijo de 5 años tenía un cumple donde 3 niños de clase celebraban tan señalada fecha para ello.
Pues bien, yo había comprado un pequeño detalle para cada homenajeado, y lo habíamos envuelto en casa. En esto, aparece mi hijo con sus 3 más preciados tesoros: un cochecito de metal que si le metes en agua cambia de color, otro cochecito blanco de carreras, y por último, una cámara de fotos de juguete que cuando miras por el visor se ven animales, y me dice con toda naturalidad:

-         -  Papá, quiero regalarle esto a mis amigos.

Y lo que más me dejó en fuera de juego, fue mi reacción instintiva y fulminante:

-        -   No hombre, no lo hagas, que los otros ya están envueltos, y estos están un poco sucios, y en un cumpleaños hay que llevar algo bien presentado…

Y mientras lo decía, me estaba dando perfecta cuenta de que lo que quería era evitar que regalara sus más preciados tesoros, que no era consciente de lo que hacía, y que ya me lo agradecería en el futuro.
Pasó esa tarde, y esa noche, y al día siguiente no paraba de darle vueltas. Y vi diáfanamente toda una vida de creencias con respecto al tener, al poseer, y a valorar lo que uno tiene. Y vi toda una vida de apego, de necesitar, y como mis creencias con respecto a esto habían parado, anulado y acabado con una iniciativa de maravillosa espontaneidad y sobre todo de generosidad y de querer compartir lo más querido con otros. Y se me cayó la cara de vergüenza. ¿Cómo podía estar limitando a un ser mágico, ingenuo y por lo tanto puro y maestro , de esa manera? Porque no era la primera vez que surgían este tipo de actos, en él y en su hermana., y cuando lo habían hecho, no se habían arrepentido nunca, y practicamente no habían vuelto a echar de menos de esos juguetes, y te seguían hablando con alegría de como estaría disfrutando su amigo o amiga. Y lo más gordo: ¡es que sus compañeros/as también lo hacen! Y la reacción por mi parte siempre había sido la de tratar de evitar tamaño desaguisado.  Yo, que estaba trabajando conmigo desde hace tiempo el deshapego, el desprenderse de cosas, de no necesitar, de no creer que uno tiene, sino que sencillamente disfruta temporalmente de algo dando gracias por ello, me sorprendí a mi mismo negando la posibilidad de compartir lo más querido a un niño de 5 años. Está claro que los adultos tenemos múltiples “buenas razones” para frenar estos gestos de crío " que no sabe lo que hace", pero ¿no será que somos nosotros los que no sabemos lo que hacemos?, pero esas nuestras poderosas razones brotan de un sistema de creencias grabado a fuego en nosotros, y que no tiene porqué ser el más adecuado para nuestra vida, y sobre todo para la suya como herencia indeleble que les dejamos.

Y si estando alerta sucede esto, no te digo cuando no lo estamos ante un tema tan importante, ,pues no olvidemos que es el apego lo que genera el miedo, y esta emoción es la principal que evita que experimentemos la vida que deseamos vivir.

Así que ¿sabes que hice? Le hablé a mi hijo esa mañana, le di la enhorabuena por la idea que había tenido el día antes, y le animé a que si quería se lo lleváramos el lunes. Y yo, por mi parte, además de perdonarme, lo que he hecho es elegir algo muy querido para mi y mañana lunes regalarlo, pero además disfrutando y dando gracias por haberlo podido tener todo este tiempo. ¿te animas a regalar algo querido y a vivir la experiencia? Solo podemos salir mejorados.

lunes, 21 de noviembre de 2011

REFLEXIONES DESDE CHILE. ¿ESTAMOS PERDIENDO EL NORTE EN OCCIDENTE?

Acabo de volver de Chile, donde he impartido un taller en la conferencia latinoamericana de coaching, aunque no es este tema del que quiero comentarte algunas cosas.

¿Sabes lo que me ha sorprendido? Me ha sorprendido la gente. Y sobre todo, las actitudes de la gente. Y muy gratamente, por cierto.

Llevo ya tiempo, bastante antes de la crisis, echando de menos en mi país, España, y en los países en teoría “desarrollados”, y por los que me muevo con cierta frecuencia, de algunas cosas que deberían estar vinculadas al progreso, al desarrollo, y que son sistemáticamente olvidadas por el sistema vigente. Un sistema atento a todo aquello que se toca, que se coje, que se compra, que tiene forma de objeto, o de ciencia, o de cualquier campo vinculado al hemisferio izquierdo y a la lógica.

Pero ¿Dónde están, y donde quedan algunos factores trascendentes para la vida humana, para alcanzar la felicidad que prácticamente todos anhelamos? Actitudes, áreas intangibles de nuestra existencia sin las cuales no somos nada que me he encontrado en Chile, y que  en cambio, en las sociedades avanzadas  cada vez están más en extinción:

-          Afabilidad
-          Amabilidad
-          Cercanía
-          Confianza
-          Sonrisas
-          Respeto

Y sentido de Comunidad, frente al feroz individualismo en el que hasta en las sociedades latinas y mediterráneas vamos cayendo sin darnos cuenta, llevados por la marea de las tendencias imperantes.
La verdad es que en Chile iba por la calle y si paraba a alguien para preguntar algo, lo primero que me llamaba la atención es que no daba un respingo o un paso atrás ante la intrusión: Sonreían y me respondían. En los establecimientos o cualquier area de servicios que he utilizado, ¡me han sonreído por norma! Y además, me han tratado bien, con respeto, y he salido con la sensación de que querían que volviera (no solo eso: en muchos momentos, me lo han dicho directamente). 

Como profesor de atención al cliente, me he encontrado tantos casos dignos de ser contados en positivo, como me encuentro aquí todos los días casos de ser contados en negativo, que son legión, y se han convertido en la norma y no en la excepción.

Creo que las sociedades latinoamericanas, en su convivencia cotidiana, practican con asiduidad valores que parece que se pierden cuanto más se avanza en el desarrollo. Porque me encanta que la ciencia haya avanzado que es una barbaridad, que nuestro nivel de vida sea altísimo, que nuestra salud también, que el índice de comodidad que tenemos sea espectacular en general comparado con otras partes del  mundo, que la tecnología nos facilite tanto la vida, pero….

Para llegar ha eso y a la seguridad con la que vivimos (sí, esa seguridad por la que estamos pagando un precio que ni sospechamos: el vivir sistemáticamente con miedo) ¿hay que renunciar a la confianza, a la comunidad, a la bondad, al compartir, a la generosidad, a acoger, a sonreir, a disfrutar y así multiples temas? Porque si es así, nuestro modelo no me gusta nada, nada. Es más, hay que cambiarlo, porque los humanos no podemos vivir sin estas cosas (me refiero a vivir CON MAYUSCULAS). Lo ideal sería compatibilizar la idea de progreso occidental, basada en las cifras, en el crecimiento, en la ciencia y tecnología,  con la quintaesencia humana, basada en el ser y en el compartir. 

No me parece nada fácil, pero siempre me han gustado los retos, así que voy a hacer lo que esté en mi mano para poner mi granito de arena en este asunto. Y voy a empezar conmigo mismo. Decidiendo vivir confiando más en otros, y sonriendo más, y siendo más amable, y queriendo compartir más, y hacer más cosas con los que me importan y con los que me rodean, y dando y pidiendo apoyo a mi entorno. ¿te apuntas tú también al reto?