martes, 15 de febrero de 2011

¿REGALOS? ¡TURURÚ!

Hace tiempo, y no me acuerdo bien ni quien ni cuando, alguien suscitó en mi, sorpresa y cuanto menos, algo de arrepentimiento, y ánimo de enmienda. Fue a raíz de la pregunta:


- ¿y tú cuando das un regalo, qué esperas?

- Pues hombre, espero que le guste

- ¿y que mas esperas?

- Pues no sé, nada más

- ¿Y no esperas que lo use?

- Pues sí, si puede ser

- ¿y esperas que lo conserve?

- Pues hombre, sí, tiene su valor, y me lo he currado

- ¿y a que no esperas que se lo regale a otros?

- Pues la verdad que no, es para él/ella, más bien

- Entonces, no estás regalando nada, sino que estás intercambiado algo a cambio de algo

- ¿ehhh?

Y a partir de ahí, me fui dando cuenta. Efectivamente, cuando regalamos algo, en realidad, sencillamente lo damos porque esperamos algo a cambio. Algo de lo que arriba menciono, u otras cosas. Pero ¿es eso regalar? Básicamente no. de hecho, cuando nos regalan algo, muchas veces nos vemos sometidos a la presión de que:

- Tenemos que usarlo

- Tenemos que conservarlo

- Tenemos que exponerlo

- Tenemos que declarar que nos gusta

- Tenemos que contarlo

- Etc, etc, etc.

Recibir un “regalo” en muchos casos, se convierte en una esclavitud, y además, muchas veces puede ser un regalo no deseado. (no tenemos más que conocer las estadísticas de Ebay después de reyes, donde se subastan en muchos casos a precios de risa regalos recibidos en navidad; por supuesto sin comentar nada a los regaladores, para no herir su sensibilidad)

Al final, ¿de qué se trata al regalar? En mi opinión, se trata de dar algo genuinamente, sin esperar nada a cambio. Y esto, ¿Qué implica? Que una vez dado, hemos cumplido nuestra misión. Y pasa a la propiedad del otro/a. y por lo tanto, tiene la genuina potestad de hacer con él lo que le venga en la real gana, pues es algo suyo. Y el problema si lo vende, lo cambia, lo tira, o lo guarda, y a mi me sienta mal, no lo tiene él: lo tengo yo.

Regalar es desprenderse, es no apegarse, es dar y olvidar (y no pedir cuentas). Y si no es esto, no podemos decir que estamos regalando. Porque estaremos pidiendo algo a cambio del “supuesto regalo”. ¿a que suena difícil? Me parece que lo es. Por lo menos a mi me ha costado mucho acabar regalando de verdad, pues mi ego se ha interpuesto en el camino, y mi necesidad de reconocimiento, y de recompesa, etc, etc.

Pero me parece un excelente ejercicio de autogestión personal, de trabajo del desapego, y de generosidad auténtica. Así que te invito a que lo pruebes, y que la próxima vez que regales algo, sea un regalo auténtico, ¡sin compromisos! ¿te atreves a probar?

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