jueves, 1 de septiembre de 2011

Porqué me he alegrado (y mucho) del Éxito del JMJ

Antes que nada, decir que no he estado allí. Por eso, mi reflexiones provienen sobre todo de lo que he visto en la tele y lo que he leído en periódicos de distinta índole.

Lo primero que puedo decir es que me alegro del éxito del JMJ. Y no solo eso: me alegro mucho. Pero mi alegría no está causada ni por el papa, ni por la iglesia católica, que de todas maneras han conseguido un gran éxito; posiblemente lo que estaban buscando: una reafirmación de sigue teniendo poder e influencia entre los católicos, pese a los tiempos azarosos que vive como institución.

Como agnóstico que soy, las palabras de Benedicto XVI: "no puedes buscar a Cristo fuera de la iglesia", me parecieron un lamentable intento de coartar el encuentro espiritual, personal y profundo, con Dios (u otras denominaciones: universo, divinidad, buda, Alá, etc., etc). Pero te es lógico que busque la reafirmación de lo temporal y externo que significa la institución que dirige, y que siga teniendo la influencia que irreversiblemente va perdiendo.


Entonces, ¿cual es la causa de mi alegría? Pues he de decirte que son varias, empezando por factores mas "realistas". Por ejemplo, me alegro mucho de haber visto como cientos de miles de personas jóvenes han sido ejemplo de civismo, alegría, coraje, capacidad de aguante, limpieza y confraternización; me alegro en extremo de la mezcla increíble de banderas ( no por las banderas en sí; soy de los que creo que las banderas han generado, a través de lo que significan, separación, conflicto y distanciamientos), y que no hayan supuesto enfrentamientos sino una mera exposición del lugar de procedencia. Y era maravilloso comprobar la extraordinaria amalgama de tipologías humanas, de todos los colores, tamaños y razas, en armónica convivencia, sin gente por encima de los otros, identificados en una bandera común, que en este caso era la del papa y la del catolicismo (aunque yo no comulgue con ellos).


Me alegro en extremo que  JMJ haya venido a Madrid con tal éxito, pues la repercusión económica y de imagen de nuestra ciudad ha sido muy importante .

Y para quien sepa algo de producir y generar riqueza, este tipo de actos tan escasos y que mueven tanta gente (habría que ver cuantas ciudades importantes del mundo habrían querido tener la posibilidad de hacerlo; estoy seguro que muchas) generan una fuente de ingresos muy superior a los gastos que provocan, por no hablar de la imagen de Madrid y el efecto llamada que pueda tener, además del reforzamiento de su "City branding".

Pero lo más importante para mí, y el principal motivo de alegría, es saber que tantos cientos de miles de jóvenes se han movido por y han tenido una vivencia espiritual. Y hablo de cientos de miles y nos digo millones para evitar la acusación tan frecuente por los especialistas en críticas en torno a que venían a la fiesta, al guitarreo, o a la aventura, sencillamente(demasiados de estos críticos están entrenados en reseñar sólo lo que no cuadra en vez de subrayar también lo que sí funciona. Desde mi punto de vista ahora mismo este tipo de personas sobran más que nunca. De una crisis en el momento en el que estamos sólo se sale con solucionadores y hacedores, que saben criticar pero también construir. los críticos ya jugaron su papel).

Pues bien; para mi lo maravilloso y emocionante de esta experiencia es que tantas personas jóvenes hayan realizado un trabajo espiritual consigo mismas, una exploración interior y no exterior, y hayan tenido serias conversaciones con ellos mismos, en este caso en la forma de conversación con Dios. Y en definitiva, hayan puesto su atención en lo que no se compra con dinero, sino en aquello que nos conecta con lo mejor y más importante de nosotros. Impresionantes las imágenes de peregrinos y peregrinas, muchos de no más de 18 años , en actitud de recogimiento , incluso de tensión interior, durante minutos u horas, llevando la mirada a su corazón y a lo que era importante con mayúsculas en su vida, independientemente del número de horas, de la terrible climatología, de la sed y del cansancio.


Porque no sólo se han vivido cientos de miles de viajes al centro de uno mismo. Me da en la nariz que también se han visto reforzadas de manera extraordinaria ideas tan necesarias en nuestro mundo hoy como la solidaridad, la generosidad (vease el magnífico ejemplo de los 30.000 voluntarios), compasión, , fraternidad, y la palabra madre que soporta todo eso: EL AMOR, PERO CON MAYÚSCULAS . Y con que una minoría (a buen seguro serán muchos más) se haya llevado de vuelta sus lugares de origen mas amor, es mucho más que suficiente. Porque estoy seguro que muchos de estos jóvenes peregrinos comparten un fondo común, pero no comulgan con ruedas de molino, ni con las normas que conforman al católico ideal, como le gustaría a Benedicto XVI. Y lo mejor de todo, es que son jóvenes; esas personas que están construyendo el mundo que vendrá. Son personas con criterio interior, conectados cada vez más a la fuente de sabiduría divina que todos llevamos dentro. Y desde allí, van entrar en acción pero acción consentida, teniendo en cuenta lo importante: a las personas, en nombre de un planeta tan necesitado de paz, de solidaridad, de respeto, de comprensión, y de amor.



Así que, queridos peregrinos del JMJ: desde estas cinco palabras, enhorabuena y adelante

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