miércoles, 8 de octubre de 2014

JOSEPE GARCIA. MI AMIGO EDGAR, APRENDIZAJES EN COLOMBIA

Te voy a contar una historia, de esas historias que a priori son pequeñas historias que nos suceden todos los días, pero que encierran potentes mensajes para la vida para quien le de por observar en detalle.

El otro día, en una playa de Cartagena de Indias (Colombia) me puse debajo de la sombrilla con Sancho, mi compañero, dispuestos ambos a disfrutar de una mañana relajada , soleada y hermosa en el Caribe.

Y al poco apareció: alguien a quien no conocía, pero al que en breve denominaría "mi amigo Edgar".

Edgar es  un vendedor ambulante, de los que te rodean como un enjambre cuando pisas la arena, y a los que es fácil disuadir cuando dices un par de veces un sencillo "no, muchas gracias" con una sonrisa.



Edgar se dedica a vender necorillas (como nuestras nécoras más o menos, pero más grandes y con pinzas enormes) que lleva en una caja de corcho llena de ellas y de los pequeños y deliciosos limones tropicales.

Y es un placer: te las prepara de una manera eficiente y con maestría, es estupendo verle trabajar, una auténtica delicia (sobre todo el sabor del producto final...)

Pero Edgar, sentado con nosotros ahora bajo la sombrilla y mientras compartimos una cerveza club Colombia, es sobre todo y además de un vendedor, un modelo de saber vivir. Las lecciones más importantes muchas veces están presentes en las personas más humildes.

Porque Edgar, 58 años, abuelo (aunque parece que tiene 40, con un cuerpo de atleta y los hombros de Michael Phelps) es un hombre feliz. Sí, eso que se supone perseguimos todos bastante en vano en muchos sitios. No hace falta que lo diga, se le ve a la legua: Una sonrisa perenne, el arte de relativizar lo que no es importante a flor de piel, la amabilidad, el agradecimiento...

Vive con su familia en una "casa" de 30 metros cuadrados. Son 8. Trabaja el tiempo que cree necesario, porque quiere pasar tiempo con "los pelaos" (hijos y nietos). ¿Y si vienen mal dadas? Pues hambre no pasará. Se va al mar a pescar con su arpón.

Y la vida para él es dulce. Y es dulce porque ha decidido que así sea. Porque ha aceptado sus cartas en el juego de la vida, y las juega con maestría. Y porque si la vida es dulce o no, no nos engañemos, es una decisión.

                              Josepe García. Reflexiones para la vida desde Colombia, parte 1

Nos trata como si nos conociera de siempre, con confianza; nos comparte, hablamos sobre lo divino y lo humano y nos ofrece lo que tiene, de corazón: su casa para cuando volvamos, ir a pescar con él...

Y lo más importante es que es cierto. Nosotros, los de los países "desarrollados" creemos que esto es imposible o no es cierto: "Algo querrá", deducimos con la inequívoca desconfianza de los que tenemos miedo a que nos lo quiten.

Edgar no tiene prisa. No corretea de un sitio a otro. ¡qué lección!

No quiero ni pensar por los avatares que ha debido pasar en su vida. Posiblemente dejara a la altura del betún a muchos de los míos. Pero estando con él, lo único que me viene a la mente es la envidia sana hacia alguien que está en la vida como se debe estar: disfrutándola con otros, y primando lo importante.

Cuanto más viajo fuera de España, a otros continentes, y sobre todo a Latinoamérica, donde tengo oportunidad de estar con personas que ni de lejos tienen lo que nosotros tenemos en cuanto a nivel de vida, más me doy cuenta de la falacia del desarrollo y de la civilización, pues esta sólo existe cuando detrás de ella hay alma, y eso lo hecho mucho de menos hoy.

Pero sigue habiendo muchos maestros a la vuelta de la esquina, enmascarados tras su apariencia humilde y su sonrisa desbordante, preparados para dar un mensaje a los que lo quieran oir: que la vida es más sencilla y grata de lo que nos vendieron, que se puede estar en paz con uno mismo sin necesitar tanto y que una vez más, lo importante debe volver a tener el papel que se merece en nuestras vidas.


Muchas gracias, Edgar, ¡te debo una!





6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu post Josepe, enhorabuena. Me ha hecho revivir esas imágenes en mi mente de cada una de las personas con las que he tenido la fortuna de cruzarme en mis viajes. personas que sin saberlo nos transforman, y ejercen un poder sobre nosotros brutal, casi mágico. El poder de hacernos tomar conciencia, darnos cuenta de cosas...

    Gracias por emocionarme y hacerme sonreír recordando estos momentos. Sigue disfrutando! un abrazo,

    Cristina
    Coach Éclat

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    1. Un placer compartir estas experiencias que al final son universales, Cristina!

      un gran abrazo

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  2. Querido Josepe,

    Muchas gracias por tus conferencias, las disfruté muchísimo!

    Me ha encantado este post. En varias ocasiones había escuchado de amigos extranjeros, maravillados con esta gran energía y actitud de alegría con la que muchos colombianos afrontan la vida.

    Yo he tenido la oportunidad de conocer otro “Edgar”, un ser que inspira, con una energía increíble aún a pesar de su discapacidad. Mi amigo, con el cuál he mantenido alguna que otra conversación me ha llenado de fe, esperanza y alegría. Su vida no es nada fácil, teniendo en cuenta que debido a varios accidentes está totalmente quemado e invidente. Pero posee una increíble y contagiosa sonrisa, aparte de alguna que otra frase…de esas que te emocionan.

    Gracias por compartir tu experiencia. Y gracias por tu contagiosa energía!

    Un abrazo fuerte y que sigas disfrutando de la maravilla de vivir!!!

    Clau Palacio
    Coach/PNL - Facilitadora

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    1. Dicen por ahí que estamos rodeados de Maestros encubiertos, Clau. y quiero creer que es así, porque las lecciones están siempre donde menos te esperas..
      un beso grande y nos vemos en Colombia (dictaré para ICF el 21 de Noviembre)

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  3. Como bien dices Josepe, en cada esquina hay grandes maestros. Recuerdo hace unos años, cuando el concepto de vida exitosa que conocía estaba cerca de las jornadas de trabajo interminables y un sueldo interesante a final de mes, me sucedió algo interesante. Algo que he comprendido con el paso del tiempo y con el cambio de creencias. Estaba yo en una isla de Tailandia, belleza en estado puro. LLegamos a la cima de la isla caminando, riendo y soñando con un poco de aire fresco y unas vistas que inmortalizar. Y allí estaba él, no recuerdo su nombre pero era un hombre de mediana edad que se sentaba relajado charlando con los turistas que llegaban. Nos preguntó a qué nos dedicabamos y cuando nos dijo que su trabajo era cuidar de ese jardin para que los visitantes pudieramos disfrutar me pareció entrañable. Cuando nos explicó que trabajaba una o dos horas a día, lo necesario, no lo entendí. Eso no es un trabajo, pensé.... Cuánto ha llovido desde entonces y cuánto recuerdo aquel aprendizaje que me ha costado años integrar...años! El concepto de éxito no se mide en títulos y euros en la cuenta corriente sino en los momentos disfrutados con lo que de verdad importa. Y si además hay euros, pues mejor... En fin, me declaro una humilde desaprendiz de la vida a mis 44 años, y lo que me queda...

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  4. Vivan los desaprendices, Mónika!!!

    un beso grande

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