jueves, 8 de octubre de 2009

LA BELLEZA DE LO IMPERFECTO

Acabo de ver por 3ª vez un maravilloso video colgado en youtube y que me ha mandado mi amiga María, que también te invito a que veas si puedes antes de seguir leyendo: http://www.youtube.com/watch?v=WlUijVWQB78



Y es precioso porque honra algo que somos las personas, y que nos dan vida y unicidad: nuestras imperfecciones. Porque ellas forman parte de mi, y las tuyas de ti. Vivimos en un mundo que persigue lo perfecto, la excelencia, el “siempre más”. Generamos expectativas continuamente que ponen el listón más alto, y exigimos el “mejor y mejor”. Pero todo esto, ¿para qué?. Si tenemos muy claro el “para qué”, y ese “para qué” da sentido a nuestra vida, adelante. En los otros casos, estamos perdiendo el tiempo, la energía, y sobre todo, estamos impidiendo que las pequeñas o grandes imperfecciones de las personas formen parte de nuestra vida.


En el pasado, quise a alguien a mi lado que fuera perfecto, que culminara todas mis expectativas, alguien a la carta. ¡qué errado estaba! No se trataba de exigir la perfección, se trataba de aceptar la humanidad, y como dice en el video la viuda, lo bellamente imperfecto de las personas. Hoy he dejado de buscar la perfección, para mi sorpresa. Busco la vida, y sobre todo aceptar que las personas somos maravillosas con nuestros pequeños defectos, que no nublan la grandeza y maravilla del ser humano que sigue ahí, para el ojo que quiera ver (porque hay que querer verlo: nadie dijo que fuera fácil; nos han entrenado justo para lo contrario).


Hay una frase por las mañanas que me ayuda a vivir mejor el día, a comprender mejor y aceptar que el mundo y la gente no es como yo quiero, sino como son, sencillamente:


“las personas no somos perfectas”


Y sencillamente tomo conciencia de esto, y de que el resto tiene derecho a ser como es. Y me da serenidad y paz.


Lo que tengo claro es que voy a apreciar cada vez más las pequeñas bellas imperfecciones de las personas que me rodean, porque esas, y muchas otras cosas, las hacen únicas, y sobre todo, humanas, y dignas de ser amadas.

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