martes, 12 de enero de 2010

EL LÍDER "BUENO"

¿qué te viene a la mente cuando escuchas la frase “es una buena persona”, o “es buena gente”?

¿crees que la bondad está de moda? ¿te suena “no es que sea bueno, es que es tonto”?

Hace ya 3 o 4 años, decidí que mi principal filtro para determinar de quien quería estar rodeado en la vida, era que ese "quien" fuera una buena persona. En otras palabras, el principal criterio con el que me rijo para relacionarme en profundidad, es precisamente ese.



Pero esta “norma”, donde la sigo más a rajatabla es en el mundo profesional. No me involucro en proyectos importantes ni me asocio, ni creo “joint ventures” si no es con buenas personas. Y después viene el que sean buenos profesionales, pero nunca antes. ¡Dios me libre del gran profesional que no es buena persona! (porque además esta afirmación es un imposible metafísico desde mi punto de vista)

Hemos vivido en una sociedad y en un sistema que ha denostado la bondad, como símbolo de debilidad, de sensibilidad, de falta de personalidad… Y si no, podríamos hacer un experimento. Si preguntáramos a muchas personas por alguien que consideran de éxito, ¿jugaría algún papel el que esos “elegidos” sean bondadosos? Probablemente, en muchos casos jugaría, de hecho, en contra.

Y así vamos por la vida. Nuestros modelos han sido personas de carácter, con carisma, que pueden tener muchas cualidades, pero no relumbra precisamente la bondad en ellos. Porque… ¿A dónde se puede llegar por la vida siendo bueno? En un sistema donde prima la desconfianza hacia el otro, la competitividad y el tener más, la bondad no es una cualidad para sobresalir, precisamente. De hecho, es un lastre.

Por mi parte,no estoy dispuesto a dejar de confiar en las personas (me prometí esto hace muchos años, y voy cumpliendo, incluyendo el aceptar los peajes que tengo que pagar) y de intentar practicar la bondad cada vez más.

Y no hablemos ya del mundo de la empresa. En los últimos tiempos se está descubriendo que el factor crucial del futuro, productividad, perdurabilidad y éxito de un negocio está basado en la calidad de sus lideres. Pues bien, en breve se va a estrenar la película “Invictus”, basada en el libro de John Carlin de reciente publicación, y que se refiere al líder mejor valorado del mundo: Nelson Mandela. ¿Y cual es la cualidad más remarcable que se han encargado de reseñar aquellos que han tenido el lujo de tratarle? Precisamente, que es una buena persona. En otras palabras, “su bondad”.

Parece ser que Nelson Mandela tiene la extraña (por escasa) cualidad, indispensable en un líder del siglo XXI, de mirar a la gente desde el respeto y a su ser esencial, grande, poderoso. Claro, es correspondido en general, y si no lo es, no le importa. Nelson Mandela emana bondad, y recibe bondad. Además de sus muchas otras cualidades. Pero la que resaltan todos, la que le hace especial, es esta. Curioso, ¿no?

Pues bien, reivindico para la empresa del siglo XXI al líder “bueno”. Porque claro, un líder bueno, no es un líder tonto. Es un líder seguro de si mismo, con un potente trabajo interior, muy proactivo, y que actúa desde su esencia, creyendo en las personas. Y por supuesto, que da resultados, genera lealtad, y facilita que el potencial que llevamos dentro surja, porque es un líder que respeta.

Y ahora, por parte de los “pseudolíderes”, habrá múltiples excusas y justificaciones para seguir machacando a las organizaciones, y sobre todo, a la gente que las compone:

- Yo no soy Nelson Mandela
- El mundo de los negocios es así
- Como vaya en ese plan me caen dobladas
- Eso suena muy bien, pero es para soñadores
- En la gente no se puede confiar…
- Etc, etc

Detrás de todas, lo único que se percibe es incapacidad, pereza, una falta de valentía atroz, inseguridad máxima, y tener unos “para qué” en la vida, por quedarme corto, completamente vacuos. Entiendo que esto suceda, porque es muy humano. Ahora bien, también aquí es donde se ve el coraje y la talla de nuestros líderes. cualquier jefe o responsable de personas que considere que la bondad no forma parte de su puesto, tiene serios problemas, dentro (de él) y fuera.

Y el cambio es posible. Existe los referentes. Hay líderes buenos (que son buenos líderes). Para ser un líder del siglo XXI, hay que empezar por la bondad, y luego seguir por las competencias emocionales y profesionales pertinentes. Pero que la bondad no falte! Porque si yo tuviera un jefe, querría que fuera buena persona, además de otras cosas. ¿O prefieres a las malas personas?
Así que quien no se pone a ello, detecta y practica la bondad que todos llevamos dentro, es porque no está dispuesto a pagar los precios que cree va a pagar. Una vez más, el progreso quedará en manos de los que se atrevan. Y creo firmemente que cada son más los líderes que están dispuestos a practicar la bondad.

El nuevo modelo de empresa del siglo XXI, al igual que muchas otras áreas del mundo y de la vida, está destinado a primar lo bueno del hombre. Cualquier otro marco de referencia será un engaño, y un paso atrás.

¿te atreves?

4 comentarios:

  1. No es el lugar adecuado, pero si pierdo más tiempo buscándolo, me quedaré sin hacer el comentario que quería hacer.

    Josepe, he leído tus reflexiones sobre el Camino de Santiago y me han llegado a fondo. Aunque sin duda la percepción de cada persona es distinta, me siento plenamente identificada con las sensaciones y emociones que destilan tus palabras.

    Gracias por tan bello regalo.

    Elena

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  2. Los que de verdad son “buena gente” influyen y lideran mucho en los demás, aunque muchas veces ni lo busquen, ni lo persigan

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  3. hola, Elena, me alegro mucho de que haya "llegado"

    abrazos

    Josepe

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  4. comparto tu criterio, Brígida, muchas veces precisamente la "no" búsqueda del resultado, es lo que genera el resultado. Suele devenir de no dar imnportancia a nuestros logros y/o méritos, ya que estos fluyen de manera natural, al igual que la calidez y calidad de trato con otros, si la tenemos interiorizada.

    abrazos

    josepe

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