SÁBADO 12 DE DICIEMBRE DE 2009
he salido del curso de "Vivir del Coaching que estoy impartiendo, y aprovecho a quedar con algún amigo de los íntimos que hace tiempo no veo, y de paso vemos el partido, por la zona de la plaza mayor. me recojo pronto, puesto que mañana tengo más "tajo", y caminando por la plaza mayor, donde está pleno todavía el ambiente navideño, los puestos de nacimientos, luces, disfraces y demás "atrezzo", paso por debajo de los soportales. Ante mi, una colección impresionante de cajas de cartón emsambladas, cual gigantesca urbanización de "sin techo". ¡Hace un frío que pela!
se me pone el corazón en un puño. iba dando vueltas a problemas que tengo, y de repente, los problemas se ven reducidos a la nada, comparado con lo que estoy viendo. Un hombre está tumbado dentro de un saco, con una gorra de beisbol, y se acomoda como puede. me paro ante él y me agacho (hace tiempo que he descubierto que las personas en condiciones paupérrimas, más que el dinero, antes que todo buscan el calor humano, una palabra, un "existo y estoy aquí", soy una persona, para los que pasan delante). le pregunto que que tal, y le cojo la mano. Esboza una semisonrisa. Está perfectamente afeitado, y su dicción es clara, diáfana, pareciera que hubiera trabajado la voz a lo largo de su vida. Me responde que bien, aunque van a poder dormir poco estos días, por el follón que se monta. hay un atisbo de tristeza en su manera de expresarse, muy leve, sutil. no puedo dejar de pensar en quien es, como había sido su vida hasta entonces, qué ocurrió para llegar allí.... pero no pregunto, me siento un invasor de su intimidad. le ofrezco unas pipas que voy comiendo (no llevo dinero ni en billetes ni metálico, aunque no sé porqué, tampoco siento que es lo primero que hay que sacar).
le sonrío a su vez, intentando transmitirle que intento al menos entenderle, y que esos minutos que estoy ahí, son para él. le deseo buenas noches, que tenga una feliz navidad, me levanto y me voy. no puedo contener las lágrimas mientras me alejo pisando el húmedo empedrado de la plaza mayor. De repente, siento la imperiosa necesidad de volver sobre mis pasos, y ofrecer algo más que mi presencia o conversación a ese hombre. Está fumando un cigarro, me acerco de nuevo , y me agacho. le vuelvo a poner la mano sobre la suya, y le pregunto como puedo ayudarle. me responde literalmente: tengo mis necesidades básicas cubiertas: un sitio donde dormir, y comida en los comedores sociales.
Insisto: ¿y de alguna otra manera?
me responde: No creo que puedas ayudarme. Esboza una semisonrisa y da una calada al cigarro. eS Cercano, y le noto seguro de sí mismo, inteligente y resignado.
Nos miramos fíjamente . Hay serenidad triste en sus ojos, y en todo su ser. Me descubre casi su alma, sin palabras. jamás había mirado a nadie así. los segundos se vuelven eternos, y no quiero que se acaben.
le insisto. ¿seguro? (no quiero interferir en su vida si él no lo desea)
seguro" me responde
me levanto, y me alejo. Acabo de vivir un encuentro donde he atisbado la grandeza del ser humano, y sobre todo, cada vez que vuelvo a ese momento, percibo, sobre todo, algo que me impresiona y me admira: percibo, DIGNIDAD
Preciosa escena que todos tenemos la oportunidad de vivir, pero casi ninguno hacemos nada…
ResponderEliminarMe ha encantado leerla… gracias por compartirla…
Un fuerte abrazo...
execelente, como has transmitido tu sentir,has logrado movilizarme para hacer algo similar o parecido, sigue así, en el mundo hacen falta personas cómo tú.
ResponderEliminarun fuerte abrazo,
Marianne
Hola :)
ResponderEliminarPor verdadero azar he caído sobre su blog, bueno, quizás no tan azar, estaba buscando información sobre el coaching personal, y entonces lo encontré :)
No he podido resistirme y estoy leyendo, aleatoriamente, algunos de sus post,y son VERDADERAMENTE INTERESANTES. Pero es que éste en especial, describe lo que siento una y mil veces cuando veo a una persona viviendo en la calle, literalmente, me siento tan pequeña, sobre todo, cuando me sorprendo preocupándome por cosas, que en comparación con la realidad de estas personas, son literalmente un chiste...
Muchas gracias por compartir su experiencia :)
Un saludo
Elena