El ritmo muy intenso de estos días, va haciendo mella en nosotros. Estamos cansados. Aunque hoy miércoles, el equipo amarillo está eufórico, porque somos líderes de la competición, debido a nuestro buen trabajo. Una vez más, se va confirmando que la manera de trabajar en equipo que hemos adoptado tiene todos los visos de ser muy efectiva. Y el buen ambiente se está convirtiendo en un tema de conversación en el Challenge.
Hemos hecho los equipajes, pues hoy tenemos la prueba más fuerte de estos 3 días, pero ya no volvemos a Moab. Esta noche, si todo marcha como debe, llegaremos a las Vegas, donde tendrá lugar el descanso del guerrero.
Así que después de subir a los autobuses, y un trayecto no muy largo, llegamos al gobblin valley. Es espectacular; parece un paisaje lunar, extraño y atrayente. Hace un calor endiablado. Nuestros chamanes, mas el equipo EBS, nos congregan a los equipos para prepararnos para la batalla. Cubeiro, Puig y Alonso nos aleccionan con un impresionante fondo de montañas nevadas, a cumplir con nuestros deberes de guerreros. Después se nos totemniza (se nos bautiza) con nuestros nombres indios. Yo ya soy “Aguila Valiente”. ¡Qué difícil encontrar nombres diferentes y que le cuadren a cada uno de los 70! Pues lo logran. Después se nos explica en qué va a consistir la batalla. Es un juego complejo y largo, que va a exigir esfuerzo físico, estrategia y táctica, pues de que cada equipo cree una base, donde habrá unas plumas del color de otros equipos. Hay que defender el que el resto nos quite esas plumas, y a su vez, nosotros debemos rescatar plumas de las bases de nuestros contendientes.
Rápidamente nos metemos en faena, creando estrategias. Como siempre, el papel lo soporta todo. Después veríamos como ni uno de los planes que habíamos creado tuvimos ocasión de aplicarlos. Se parece a los planes de marketing y actuación de las empresas. Al final, hay que adaptarse a las circunstancias. Tras un alegato de nuestra grandeza que tuvimos que hacer ante los chamanes, y que ya puntuaba en la prueba del día, nos fuimos a elegir el lugar donde crear nuestra base. El sol era abrasador, y las cantimploras, obligatorias.
Pusimos nuestro tótem en un sitio elevado, y comenzó la confrontación, que como todas las batallas, tuvo grandes momentos, tiempos muertos, caos, brillantez, conflictos… a mi me tocó dirigir la defensa de nuestra base con la mitad del equipo, mientras el otro iba de razzia a conseguir trofeos de nuestros enemigos. Hubo roces con la organización por distintas interpretaciones de las instrucciones (qué dificilísimo es crear un juego tan complejo, donde es imposible literalmente anticipar todos los escenarios, y eso que el equipo de ebs había creado un manual de actuación para ellos de 200 paginas!); momentos hermosos de solidaridad pese a que “los otros “ fueran enemigos; instantes de grandeza personal, y en general, un reto bonito, interesante y enriquecedor, en condiciones más que exigentes, por el terreno, la temperatura y la tensión.
Al final, puedo decir que ha sido muy divertido, y como siempre, ha dado un gran aprendizaje a quien ha querido verlo(de entrada, las magníficas soluciones y aportaciones de la gente cuando se les deja hablar y se deposita la confianza en ellos). Y como equipo, salimos más y más unidos que nunca.
Se van acabando los retos, y por la tarde tiene lugar el último, en algún lugar perdido entre las fronteras de Utah y Nevada, camino de las Vegas. En una parada, realizamos la última prueba, en plan juego, con todos los equipos, y ahí es donde el yellow team, el increíble, magnífico, y maravilloso equipo amarillo, pierde sus opciones de ganar el Challenge, pues no estamos muy afortunados. Una lectura errónea de lo que había que hacer, y el talento de otros equipos, nos impide conseguir los pocos puntos necesarios que nos harían ganadores. Pero, como sucede habitualmente, nos viene bien, en cuanto a mejorar nuestra tolerancia a la frustración y a que las cosas no pasen como queríamos. Y una vez más, el equipo, su unidad y su cohesión está por encima de todo, y nos sentimos con la satisfacción del deber cumplido.
Próxima parada: Las Vegas
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